En estos últimos días y debido a que mi hermana me ha dejado su coche mientras que al mío le ponían sus mejores galas en el taller (al pobre le han dado un repasillo para que luzca lindo bajo los rayos del sol), he sacado una alhaja de mi armarito de CD’s (el coche de mi hermana no reproduce mp3 :) )
Eso es, el primer álbum de Los Piratas. 20 años nada más ni menos separan éste disco de “Confesiones de un artista de mierda”. Sonidos más cuidados, voz más refinada, mayor profundidad en el contexto, es lo que ha ganado para mí Iván durante su trayectoria. Eso y mucho más porque ha conseguido que con el transcurso del tiempo siga enganchada a su música ( he de decir que el 92 yo no era seguidora de Los Piratas…sólo tenía 8 añitos, pero fijo que si la Clari me lo hubiera puesto en la mini cadena Technics plateada me hubiera embaucado desde entonces)
Suena un ritmo gamberro, desenfadado que dan ganas de saltar hasta despeinarte por completo. Que sensaciones tan diferentes puede transmitirte una mismo cantante. Pudo haber cambio pero sigue siendo él, sigue siendo gamberro sin pelos en la lengua. Dice lo que quiere, sin tapujos. El mercado musical está plagado de cursilerías y es necesario que haya gente que hable de algo más y no sólo de amoríos quinceañeros. Canciones con fuerza, con metáforas, con críticas a aquello que incomoda, que estorba. Con el paso del tiempo Iván ha ido sacando su fiera a pasear, para luchar en el “circo romano” del siglo XXI, sigue luchando que desde el palco estaremos pendientes de tu voz.
Mañana no luchara en el Coliseo, lo hará en la Sala Galileo en la intimidad como acostumbra últimamente, para arrancarme otro cachito de mi corazón.
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